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lunes, enero 16, 2012

Vitoria-Gasteiz (3/3/76) . El miércoles sangriento.

Cuenta la mitología fraseológica que a raíz de los violentos sucesos de Vitoria el 3 de marzo de 1976, durante los cuales mueren 5 obreros y 150 personas resultan heridos por disparos de la policía a las puertas de la iglesia de San Francisco de Asís y de las posteriores manifestaciones populares de protesta, Manuel Fraga, vicepresidente segundo del Gobierno de Arias Navarro y ministro de la Gobernación, pronuncia su segunda frase más famosa despúes del Spain is different de los 60. El lema cambia a La calle es mía.
El miércoles de ceniza, tiene lugar en Vitoria una de las más terribles matanzas de la Transición. Fraga se encuentra ese día de visita oficial en Bonn, negociando con el gobierno germano los pasos de la apertura, siempre con la intención de dejar fuera de la ley a los comunistas. La policía toma al asalto la parroquia de San Francisco, en el barrio de Zaramaga de la capital alavesa, donde se celebraba una asamblea. El resultado: cinco obreros muertos y más de cien personas heridas.
18.000 personas se manifiestan pacíficamente ese día y organizan una asamblea para las cinco de la tarde, más de 15.000 simpatizantes se concentran en el barrio de Zaramaga, en las inmediaciones de la iglesia de San Francisco, y otros varios miles participan en la asamblea dentro de la parroquia. Hacía las cinco y diez de la tarde y en virtud del Concordato, la policía recibe la orden de desalojar la iglesia.
En toda Vitoria solo hay 190 agentes de policía que mantienen vigilados todos los accesos al barrio. Aunque se han pedido refuerzos a Guipúzcua, Navarra, Logroño y Burgos. algunos párrocos tratan de evitar el desalojo y son insultados por los policías, que les acusan de ser "los padres espirituales de toda esta gentuza". El nerviosismo se apodera de los agentes, lanzando gases lacrimógenos a la población dentro de la iglesia, cunde el pánico y los obreros empiezan a salir a romper las ventanas para poder respirar. La policía carga y la multitud les empieza a lanzar piedras. La policía responde usando fuego real hasta agotar la munición. La parroquia queda destrozada, la asamblea se convierte en un baño de sangre. las grabaciones que recogen las conversaciones por radio de los agentes muestran la euforía de algún policía que califica los hechos con la frase "hemos contribuido a la paliza más grande de la historia", y también el horror de otros agentes que describen lo sucedido como una "masacre, pero de verdad una masacre".

"Asesinos de razones y vidas, que nunca tengáis reposo a lo largo de vuestros días y
 que en la muerte os persigan nuestras memorias" 
(Lluis Llach, 3 de marzo de 1976, "Campanades a morts").
Otro fascista que muere en su cama y sin ser juzgado por sus crímenes.

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